La historia de Gunung Padang se suma a un creciente número de descubrimientos que desafían las creencias convencionales sobre la antigüedad de la civilización humana. Desde el Monumento Yonaguni en Japón hasta las antiguas estructuras subacuáticas en el Golfo de Cambay en la India, estos misteriosos hallazgos continúan planteando preguntas sobre lo que realmente sabemos sobre nuestro pasado.
A lo largo de la historia, han ocurrido numerosas ocasiones en las que alguien hizo un descubrimiento sin reconocer la verdadera naturaleza cambiante de lo que había encontrado. Un ejemplo de esto tuvo lugar en 1914 en la isla de Java, Indonesia, cuando el país aún era una colonia del Imperio Holandés. Los colonos repartieron la isla en granjas talladas en la jungla.
Un día, uno de estos colonos decidió aventurarse a explorar la densa selva circundante después de escuchar una historia de los lugareños sobre un palacio perdido construido por reyes míticos hace eones. Lo que encontró fue asombroso: en lo profundo de la jungla, descubrió una enorme colina con una serie de escalones que conducían a su cima.
En la parte superior de estos escalones, se encontró con una inmensa colección de pesados bloques rectangulares cubiertos de follaje, aparentemente ocultos durante mucho tiempo. ¿Podrían ser estos los restos del palacio mítico que tanto buscaba?
Rápidamente, el colono regresó a su granja y envió una carta al gobierno holandés en busca de apoyo para explorar el sitio en detalle. Su descripción apareció en un informe del Departamento de Antigüedades holandés en 1914, desencadenando un gran revuelo en el país de origen del colono. La gente se preguntaba qué era este sitio, quién lo construyó y cuál era su propósito, además de qué más podría ocultarse bajo tierra.
A pesar del interés, el gobierno holandés nunca envió una expedición para investigar el sitio en profundidad. En 1949, Indonesia obtuvo su independencia total de Holanda, y el sitio quedó en el olvido.
Sin embargo, en 1979, tres residentes locales redescubrieron el sitio mientras exploraban la jungla. Después de informar su hallazgo a las autoridades locales, se identificó el sitio como la colina conocida como Gunung Padang.
El gobierno de Indonesia envió equipos de arqueólogos para explorar el lugar y, rápidamente, comenzaron a mapear y documentar las características arqueológicas. Descubrieron una gran cantidad de bloques de piedra dispersos en el lugar, y muchos de estos bloques pesaban más de 250 kilos y medían alrededor de cinco metros de largo.
Mientras continuaban con su investigación, los investigadores descubrieron que estos bloques no eran de origen humano, sino que se formaron naturalmente a partir de roca volcánica. Esto planteaba la pregunta de cómo y por qué estos bloques habían sido transportados a la cima de la colina, a unos 100 metros sobre el valle de abajo.
A medida que continuaban explorando, los investigadores se dieron cuenta de que los bloques no estaban dispuestos al azar, sino que formaban recintos rectangulares y montículos de piedra. Parecía que alguien había utilizado estos bloques para construir una serie de terrazas en la colina, todas conectadas por una escalera de 370 escalones.
En lugar de utilizar la datación por radiocarbono, los investigadores estimaron la antigüedad del sitio entre 2.500 y 1.500 antes de Cristo, basándose en las marcas en los bloques.
Sin embargo, esta fascinante historia tomó un giro inesperado en 2011, cuando el geólogo Danny Hilman Natawidjaja del Instituto de Ciencias de Indonesia se involucró. Natawidjaja se sintió intrigado por la extraña forma de la colina y, después de una investigación exhaustiva, llegó a la conclusión de que Gunung Padang no era una colina natural, sino una pirámide escalonada construida por una civilización avanzada mucho antes de lo que se pensaba.
A partir de 2011, se realizaron investigaciones más intensivas en el sitio, revelando estructuras más antiguas y complejas debajo de la superficie. Se encontraron capas de estructuras que datan de miles de años antes de la fecha originalmente estimada, lo que cambió la percepción del sitio.
El gobierno de Indonesia respaldó la investigación, pero se encontró con la oposición de la comunidad arqueológica convencional, que se resistió a cambiar su perspectiva de la historia humana.