Mohenjo Daro, una enigmática joya arqueológica, emerge como un misterio insondable en los anales de la historia. Ubicada en el actual Pakistán, esta antigua urbe floreció durante el tercer milenio a.C., convirtiéndose en uno de los centros preeminentes de su época, junto a civilizaciones como Sumeria y Egipto.
Incluso se especula que los sumerios pudieron haber transitado desde Mohenjo Daro hacia Mesopotamia.
Fue en 1920 cuando John Marshall desveló este tesoro arqueológico, revelando la primera muestra de una cultura prehistórica en el Valle del Indo. Junto a los vestigios de Harappa, Mohenjo Daro es una invaluable fuente de conocimiento sobre esta antiquísima civilización, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1980.
Esta cultura prehistórica, que prosperó en lo que hoy es Pakistán, India, el sur de Afganistán, el oriente de Irán y las costas del mar Arábigo, se desplegó desde el año 3000 hasta el 1900 a.C. En su apogeo, Mohenjo Daro mantenía intercambios comerciales con Mesopotamia y Egipto. La ciudad estaba organizada en una ciudadela construida sobre un montículo artificial, donde destacaban tres estructuras distintivas: el granero, la casa de los sacerdotes y el gran baño.
El granero, con dimensiones de 50 metros por 27, construido en madera, servía para almacenar excedentes de grano. El gran baño, un tanque rectangular de unos 12 metros de largo por 7 de ancho y 2.4 de profundidad, abastecido por un pozo con estructura concéntrica, mantenía un flujo de agua eficiente. La casa de los sacerdotes, de aproximadamente 70 metros de largo por 24 de ancho, había sido remodelada en varias ocasiones y se cree que albergaba a una institución religiosa, sacerdotes o incluso a un rey-sacerdote.
Mohenjo Daro se destaca por la notable ausencia de grandes desigualdades sociales. Las viviendas, construidas con ladrillos de adobe, variaban en tamaño, pero no existía una estratificación clara. Las calles estaban provistas de alcantarillado, lo que constituye uno de los primeros ejemplos de ingeniería para la gestión de residuos.
La calle principal, que atravesaba la ciudad de norte a sur, estaba pavimentada con argamasa, mortero y trozos de ladrillo, sugiriendo la posibilidad de tráfico de carros, aunque esto sigue siendo una conjetura. Esta sección de Mohenjo Daro albergaba numerosos talleres, incluyendo alfarerías, tintorerías, herrerías, carpinterías y telares, lo que indica un sistema económico complejo y una producción industrial avanzada.
La ciudad estaba ubicada junto a un río cuyo curso cambió con el tiempo, lo que sugiere que el agua era esencial para su abastecimiento y que su abandono fue deliberado tras la pérdida de esta fuente.
Mohenjo Daro, como cualquier enigma, ha suscitado una serie de teorías para explicar la existencia de una sociedad avanzada en una era en la que no se esperaría tal desarrollo. Además, se ha especulado mucho sobre las razones que llevaron al abandono de esta ciudad, que llegó a albergar a 35.000 personas. Las huellas arqueológicas, como sellos con caracteres que podrían ser una forma de escritura, sugieren la presencia de una cultura sofisticada.
La genética también ha revelado notables diferencias entre los habitantes de la civilización del Valle del Indo y otros grupos poblacionales de la región. La separación entre los pastores de la meseta irania y los posteriores invasores arios, responsables de la destrucción de esta civilización, y los pobladores originales del Valle del Indo es evidente a nivel genético. Se ha sospechado que los habitantes de esta civilización eran drávidas, la población original de la India, que fue desplazada por la invasión aria, lo que dio lugar a una transformación cultural en la India.
Mohenjo Daro, en última instancia, encarna un enigma que sigue intrigando a arqueólogos y amantes de la historia. Sus misteriosos vestigios y la desconcertante desaparición de esta civilización madre son testimonios de un pasado lejano que continúa desafiando nuestra comprensión.