Un grupo de incansables investigadores ha desvelado los secretos sumergidos en el legendario Thonis-Heracleion, una ciudad anclada en la memoria de la antigüedad, ubicada en las cercanías de la grandiosa Alejandría, erigida por el inmortal Alejandro Magno.
En el lecho del Mar Mediterráneo, este tesoro histórico del siglo V a.C. ha emergido ante nuestros ojos, como si las olas hubieran acariciado la arena de los dioses y devuelto a la superficie los vestigios de su esplendor.
Los arqueólogos egipcios y franceses, del prestigioso Instituto Europeo de Arqueología Submarina (IEAS), nos han hecho un regalo arqueológico extraordinario. En su exploración, descubrieron un templo dedicado a la diosa griega Afrodita, pero también desenterraron los vestigios de un santuario del dios egipcio Amón. En este acto de inigualable significado, los corazones latieron al unísono con el pasado, mientras las aguas retenían sus secretos durante siglos.
"Es extremadamente conmovedor descubrir objetos tan delicados que han sobrevivido intactos, pese a la violencia y magnitud del cataclismo", expresó con emoción Frank Goddio, el presidente del IEAS. El abrazo del Mar Mediterráneo, sutil pero implacable, no logró arrebatar la belleza de estos tesoros antiguos.
A una distancia de siete kilómetros de las costas egipcias, el hallazgo tuvo lugar, y con él, la imperante necesidad de emplear "nuevos dispositivos de excavación submarina" para rescatar estos tesoros de las profundidades marinas. El secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Mustafa Waziri, nos reveló el tesoro que emergió de las aguas: artefactos de bronce y cerámica, cuidadosamente preservados en el templo de Afrodita.
El hallazgo incluyó trozos de plata, joyas de oro que brillaban como estrellas olvidadas, pendientes con forma de cabezas de león, colgantes en forma de ojos de Udjat y una colección de recipientes, la mayoría destinados a albergar perfumes y ungüentos. La elegancia y el lujo que emanan de estos hallazgos atestiguan la riqueza y la devoción que una vez llenaron los pasillos de este templo.
No solo el santuario de Afrodita se desveló en este viaje en el tiempo, sino que también se encontraron restos de edificios sostenidos por vigas de madera, datando del mismo siglo V a.C., en las profundidades de Thonis-Heracleion. Cada pieza del rompecabezas arqueológico se encajaba, revelando un tesoro histórico olvidado.
Hace más de dos mil quinientos años, el lugar donde se erigieron estas excavaciones arqueológicas era el puerto más grandioso de Egipto y de todo el Mar Mediterráneo. No obstante, una serie de cataclismos naturales, terremotos y maremotos, provocaron el colapso de aproximadamente 110 kilómetros cuadrados del delta del Nilo, sumiendo en el abrazo del mar la tierra de Thonis-Heracleion. Fue la licuefacción de la tierra, un fenómeno natural que cambió el curso de la historia.
Además, es importante destacar que, en esta ciudad egipcia, los nuevos faraones recibían su poder divino y legitimaban su autoridad. Thonis-Heracleion, con su esplendor y misterio, fue un punto crucial en la tradición de la realeza egipcia, donde la historia y la mitología se tejían en un tapiz eterno.