El hallazgo fue realizado en la provincia de Neuquén, en la Patagonia argentina. Se trata de un saurópodo de unos 18 metros de largo y unas 15 toneladas de peso. Un integrante del equipo detalla las particulares características de la especie y de la zona donde se lo encontró y el porqué del nombre, que también es homenaje y reconocimiento.
El superorden de los Dinosauria (o dinosaurios, como se los conoce popularmente) incluye más de mil especies extintas de estos reptiles, de todos los tamaños, colores y formas. Muchos de ellos todavía no han sido descubiertos y otros se continúan en las aves.
Ahora, en un nuevo aporte para seguir llenando el “álbum de figuritas” o echar luz en el árbol genealógico de estos animales prehistóricos, investigadores argentinos descubrieron, en la Patagonia, un herbívoro de unos 93 millones de años. Se trata del Sidersaura marae y es una especie que perteneció al grupo de rebaquisáuridos, un conjunto que, ya de por sí, presenta algunas características particulares.
“Los rebaquisáuridos son un tipo de dinosaurios de cuello largo, es decir, saurópodos. Hace 20 años no sabíamos nada de estos rebaquisáuridos y, luego, se empezó a acelerar el hallazgo- cuenta, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM, Sebastián Apesteguía, investigador del CONICET y parte del equipo que hizo el descubrimiento-. El tema es que tienen características que los hacen difíciles de preservar: las vértebras son muy delicadas, tienen aire en su interior que hace que cada lamina, cada parte fuera casi de cartulina, lo cual dificulta que se preserven en el registro fósil”.
Entre otras cuestiones, son de cuello largo, pero, a su vez, también tienen “pico de pato”, con un frente del hocico recto, transversal a la dirección del cuello, lo que les permitía colectar plantas blandas como helechos y ser óptimos a la hora de alimentarse. “Además, Sidersaura es, dentro de los rebaquisáuridos, de los más grandes que conocemos, con 18 o 20 metros de largo. Para comparar, otros saurópodos, como los titanosaurios, alcanzaban los 35 metros”, plantea Apesteguía.
Un dinosaurio con buena estrella
El trabajo publicado en la prestigiosa revista científica Historical Biology describe que del Sidersaura se han encontrado también huesos del cráneo, aparentemente un poco más duros que el resto del esqueleto y lo que permitió una buena conservación –“por eso decimos que es un ‘cabeza dura’”, comenta entre sonrisas Apesteguía-.
Pero, además, todos los reptiles tienen, en los huesos últimos de la columna, una suerte de arco que protege las arterias que están por debajo de la cola. “Este arco se llama hemal y, en el caso de este animal, tiene forma de estrella. Es por esta razón que lo terminamos bautizando Sidersaura, ya que, en latín, sider significa ‘estrella’, explica el investigador y paleontólogo.
El nombre de la especie marae es en dedicación a Mara Ripoll, directora del Museo paleontológico “Ernesto Bachmann”. Ripoll se desempeñó durante muchos años primero como guía y luego como técnica del Museo. Actualmente es directora del mismo. “Creemos que su larga trayectoria en el Museo Paleontológico y su incansable predisposición a dar una mano en las mil situaciones que conlleva la labor paleontológica ameritan este homenaje”, asevera Apesteguía.
Por otra parte, los análisis indican un paso firme al andar del prehistórico animal. “El tobillo de los vertebrados terrestres está formado por dos huesos, el astrágalo y el calcáneo. Este último es prácticamente desconocido en los rebaquisáuridos, ya que no se ha preservado en los ejemplares conocidos. En Sidersaura, el calcáneo fue recuperado, y su morfología indica que otorgaba una mayor resistencia en el paso a la extremidad posterior”, agrega el investigador Lucas Lerzo, primer autor del trabajo y becario doctoral del CONICET en la Fundación Azara, de la Universidad Maimónides.
Una época húmeda para desarrollarse
Sidersaura marae proviene del Cañadón de Las Campanas, una localidad ubicada a unos 20 kilómetros de Villa El Chocón, en la provincia de Neuquén. En la zona afloran rocas de principios del Cretácico Superior conocidas como Formación Huincul, de una edad aproximada de entre 93 a 96 millones de años atrás.
“La formación Huincul es una unidad litoestratigráfica, es decir, un cuerpo de roca reconocido con ese nombre. Hay otras formaciones, como la de Candeleros, que representa una época árida, más cercana a un desierto, donde vamos a encontrar dunas de arena fosilizadas”, detalla Apesteguía.
La formación Huincul, en cambio, arranca con un episodio volcánico, una erupción que dejó cenizas y, por encima de ellas, se hallaron sedimentos que fueron dejados por ríos, con más barro que arena. “Los animales que encontramos en esta parte, como el Meraxes gigas o el Argentinosaurus huinculensis, vivieron en un ambiente más húmedo. Había restos de bosques, araucarias y pinos, entre otra vegetación”, especifica. En esta época, y conviviendo con el rebaquisáurido recientemente encontrado, había también especies de carcarodontosáuridos, los mayores dinosaurios carnívoros que hubo en el mundo”.
“Aparentemente, el Sidersaura marae se habría extinguido a mitad del Cretácico Superior, en lo que se conoce como ‘extinción TuCo’, o evento Turoniano-Coniaciano, hace unos 90 millones de años, es decir, bastante antes de la caída del asteroide que terminó aniquilando a todos los dinosaurios”, cierra Apesteguía.
El estudio estuvo a cargo de los científicos Lucas Lerzo, Pablo Ariel Gallina y Sebastián Apesteguía de la Fundación Azara (CCNAA-Universidad Maimónides, Buenos Aires), Juan Ignacio Canale del Museo Paleontológico Ernesto Bachmann (Villa El Chocón, Neuquén), Alejandro Otero de la Universidad de La Plata (La Plata), José Luis Carballido el Museo “Egidio Feruglio” (Trelew, Chubut), todos pertenecientes al CONICET, y Peter J. Makovicky, de la Universidad de Minnesota, Estados Unidos. Además, Lerzo, Apesteguía, Canale, Carballido y Gallina son integrantes de la Asociación Paleontológica Argentina (APA).
Fuente: Agencia CTyS-UNLaM