El Telescopio Espacial James Webb, ese prodigio de la exploración espacial, una empresa conjunta entre la Agencia Espacial Europea (ESA) y la venerable Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), ha registrado una visión intrigante en las profundidades de la Nebulosa de Orión.
Esta vasta nube de polvo y gas, una joya celestial situada a 1.300 años luz de la Tierra, nos ha brindado, a lo largo del tiempo, una riqueza de tesoros estelares para explorar.
Las nuevas imágenes del Telescopio Espacial James Webb nos revelan parejas de objetos asombrosos que parecen planetas, un hallazgo sin parangón en la historia de la observación. Con sus lentes de NIRCam, el telescopio ha plasmado mosaicos de la Nebulosa de Orión en longitudes de onda cortas y largas, revelando una sinfonía de detalles y descubrimientos inesperados.
Cuando los eruditos astrónomos Samuel G. Pearson y Mark J. McCaughrean centraron sus miradas en la imagen de longitud de onda corta de la Nebulosa de Orión, se encontraron en el corazón del Cúmulo del Trapecio, una región de formación estelar con apenas un millón de años en su cuenta regresiva, un vivero de nuevas estrellas que iluminan la oscuridad del espacio. Pero la sorpresa radicó en la presencia de enanas marrones, objetos demasiado pequeños para encender el núcleo de una estrella y ascender al estrellato. Las enanas marrones, que solo alcanzan el 7% de la masa del Sol, se ganaron el nombre de "Objetos Binarios de Masa de Júpiter", o JuMBO por su acrónimo en inglés.
"Si bien algunos superan a Júpiter en masa, apenas difieren en tamaño, solo ligeramente más grandes", explicó Pearson, investigador de la Agencia Espacial Europea en el Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial en los Países Bajos. El telescopio ha identificado un asombroso total de 40 parejas de JuMBOs y dos sistemas triples, todos en amplias órbitas en torno a sus compañeros celestiales. Aunque viajan en parejas, estos objetos están distanciados por alrededor de 200 unidades astronómicas, equivalente a 200 veces la distancia entre la Tierra y el Sol. El tiempo se dobla ante esta danza celestial, pues los objetos pueden requerir entre 20.000 y 80.000 años para completar una órbita alrededor del otro.
Los JuMBOs, con sus temperaturas fluctuando entre 537 y 1.260 grados Celsius, emergen como jóvenes luminares en el cosmos, con apenas un millón de años en su haber. En comparación, nuestro propio sistema solar, el refugio de la Tierra, se remonta a la asombrosa cifra de 4.570 millones de años. Estos descubrimientos, materializados en las maravillosas imágenes del Telescopio Espacial James Webb, arrojan luz sobre un rincón oculto del universo, desvelando los misterios de nuestra vasta y misteriosa galaxia.