Graham Hancock, el intrépido explorador de los enigmas históricos, desentrañó revelaciones impactantes acerca del antiguo esplendor de la Antártida y las mentes detrás de la construcción de la Gran Pirámide de Giza. ¿Fue alguna vez la Antártida un exuberante vergel, qué la llevó a su congelación y cómo podría estar vinculada con la misteriosa Atlántida? ¿Qué secretos ancestrales encierra, tejiendo una fascinante narrativa sobre el pasado del planeta? ¿Qué desencadenó su transformación en un gélido paraje? ¿Y qué enlaces podría tener con la Antártida?
¿Qué sabiduría guardaban los constructores de las majestuosas pirámides sobre los tiempos pretéritos? Graham Hancock, célebre autor de superventas, periodista y disidente intelectual, ha dedicado su carrera a desafiar las narrativas históricas convencionales. Sus incursiones en civilizaciones ancestrales exploran conexiones veladas y conocimientos sepultados, cuestionando sin titubeos incontables teorías arqueológicas arraigadas.
Hancock, reconocido por obras como "Las Huellas de los Dioses" y "Magos de los Dioses", despliega un abanico de interrogantes al referirse a la Antártida, donde la incógnita persiste sobre si siempre estuvo congelada o si en algún instante albergó vida exuberante, donde el verdor reinaba supremo.
Relatos fascinantes de aventureros que exploraron aquellas tierras difieren notablemente de la imagen convencional. Describen una Antártida distinta a la imaginada, donde las montañas, puntiagudas y cuadrangulares, insinúan la presencia de pirámides, desafiando la noción preconcebida de una geografía llana y uniforme.
Mapas antiguos como el de Orontius Finaeus parecen sugerir la existencia de cordilleras, avivando especulaciones sobre los secretos guardados tras el velo de lo desconocido. Un pacto internacional entre naciones que reclaman porciones de la Antártida alimenta estas conjeturas; un acuerdo que prohíbe la exploración y explotación de minerales en la región, hasta el punto de quebrantarlo podría ser visto como el catalizador de un conflicto global.
Parece que se salvaguarda algo de trascendencia, quizás oculto bajo capas de hielo de hasta tres millas de espesor. Múltiples investigaciones sostienen la antigüedad del continente antártico, afirmando la existencia de una exuberante selva tropical hace unos 90 millones de años.
Sin embargo, Hancock plantea el dilema crucial: ¿existió tal exuberancia verde durante la existencia de la humanidad? El linaje humano se remonta aproximadamente a unos 6 millones de años, un lapso no considerablemente anterior si aceptamos la teoría evolutiva convencional. Se supone que la Antártida ya estaba helada hace 6 millones de años.
Hancock revela su fascinación inicial por la Antártida a través del trabajo previo del investigador Charles Hapgood, cuyos libros, como "Mapas de los Antiguos Reyes del Mar", exploran la existencia de mapas que desafían la comprensión convencional del mundo antiguo.
La idea de desplazamientos tectónicos sugiere un escenario donde la Antártida pudo haber residido en latitudes más cálidas antes de deslizarse hacia su posición gélida actual. Sin embargo, Hancock también plantea la teoría del "Impacto Joven del Dryas", más verosímil en su ocurrencia.
Este suceso catastrófico, con la probable colisión de un cometa o meteorito hace unos 12.800 años, desencadenó un cambio climático repentino, marcando el regreso a condiciones glaciales luego de un período de calentamiento. Este drástico enfriamiento alteró el fin del Pleistoceno y perturbó una era de calentamiento climático.
El cierre del joven Dryas marcó dos momentos críticos, según detalla Hancock en su exploración.
Hace 12.800 años, un momento peculiar se inscribe en los anales de la historia terrenal. Fragmentos cometarios impactaron los glaciares de América del Norte y Europa, desencadenando un fenómeno deslumbrante y perplejo. El choque y la intensidad de estos golpes liberaron caudales de agua congelada a los océanos del mundo, interrumpiendo la corriente del Golfo, el sistema de calefacción central del planeta. Una rápida caída de las temperaturas terrestres se desencadenó de inmediato.
Simultáneamente, el incremento en el volumen de agua en los océanos plantó las semillas para un subsiguiente ascenso térmico. Durante este lapso frío, una ventana de aproximadamente 1.200 años, las criaturas gigantes de la era glacial, tales como los tigres de dientes de sable, los mamuts lanudos, los mastodontes y los perezosos colosales, perecieron.
Luego, hace unos 7.600 años, la Tierra presenció un calentamiento dramático, con un ascenso de 10 grados en las temperaturas globales que tuvo lugar en un par de siglos. Algunos atribuyen este cambio repentino a una ráfaga de actividad solar que fundió las masas de hielo, mientras otros sostienen que los impactos adicionales de fragmentos cometarios, especialmente en los océanos, liberaron vapor de agua a la atmósfera, gestando un efecto invernadero responsable del acelerado calentamiento. Dos cometas, uno enfriando y el otro calentando. ¿Qué sucedió con la humanidad durante esta ventana de 1.200 años durante estos cataclismos sigue siendo un enigma?
De manera notable, hace 11.600 años, fecha en la que, según los diálogos Timeo y Crítias de Platón, se sumerge el continente. La historia de este continente, conocido como Atlantis, nos llega a través de Platón, quien alrededor del 300 a.C., relató en sus diálogos esta leyenda que, según él, no nacía de su imaginación, sino que era un relato arraigado en la tradición.
Los orígenes de esta historia se remontan al legislador griego Solón, antecesor de Platón, quien realizó un viaje notable a Egipto alrededor del 600 a.C. Durante su estancia, visitó el templo de Neat Desais en el Delta, un templo que hoy yace en ruinas. En las paredes del templo, Solón encontró inscripciones intrigantes que revelaban la crónica de una antigua civilización aniquilada por un diluvio monumental. Esta civilización fue denominada por Solón como Atlantis, un término que no encuentra raíces en el antiguo Egipto, pero que parece traducir una frase que probablemente significaba "la tierra primigenia de los primeros seres". La tragedia, según el sacerdote egipcio, había ocurrido hace 9.000 años, detalle que intrigó profundamente a Solón.
Entretejiendo los hilos del tiempo, el tejido de la historia nos lleva a la fecha remota de 9.600 antes de Cristo, unos 11.600 años atrás. Esta fecha curiosamente coincide con otros sucesos históricos relevantes, como la edificación de Gobekli Tepe y un episodio conocido como el pulso de deshielo 1b, un período marcado por un notable ascenso en los niveles del mar en todo el mundo.
Esta línea temporal también resuena en las paredes del antiguo Templo de Horus en el Alto Egipto, una construcción relativamente moderna erigida alrededor del 270 antes de Cristo durante la dinastía ptolemaica del Antiguo Egipto. En los muros de este templo reposa una inscripción reveladora, no escrita en el idioma contemporáneo, sino en el egipcio medio, datando de aproximadamente el 2000 antes de Cristo. Este relato desentraña la edificación del templo sobre los cimientos de una estructura aún más antigua y se remonta a archivos preservados de eras aún más distantes.
Estos escritos pintan una narrativa que resuena con la leyenda de Atlantis, pero en un contexto distinto: hablan de una isla sagrada referida como la Tierra Primigenia de los seres originales. Según las descripciones de Graham Hancock, estos textos ilustran la presencia de una gran serpiente descendiendo del cielo, dividiendo la isla en dos, seguida por una catastrófica inundación que aniquiló a casi todos sus divinos habitantes.
Unos pocos sobrevivientes se aventuraron hacia distintas tierras, incluyendo Egipto, donde levantaron montículos que más tarde se convertirían en templos y pirámides. Estos relatos de Edfu datan la destrucción de la Tierra Primigenia de los seres originales hace 7.000 años, fechando así el cataclismo hace 9.000 años antes de Cristo, o sea, hace unos 11.000 años. Esta línea temporal encaja perfectamente con la fecha asociada a la Atlántida según Platón.
Entonces, ¿y si la serpiente descrita en estos textos realmente fue un cometa que impactó cerca de la isla de Atlantis, desencadenando efectos catastróficos? Esta isla, reconocida como la Tierra Primigenia de los seres originales, fue el hogar de seres antiguos, quizás los artífices de los montículos. Tras el desastre, sus supervivientes, entre ellos siete sabios, viajaron por el mundo, luchando por reconstruir su civilización perdida. Uno de sus destinos: Egipto, donde su legado aún resuena en los susurros de la historia y los ecos de los textos ancestrales.
Las enigmáticas historias que envuelven la Gran Pirámide de Giza han sido objeto de incesante discusión a lo largo de los años, y numerosas teorías han surgido sobre su construcción, propósito y la tecnología empleada por los antiguos. Desde alineaciones astronómicas hasta interpretaciones místicas y su dudoso uso como tumba de faraones, las incógnitas que rodean a la pirámide persisten.
Recientemente, en un video, Graham Hancock, el famoso explorador, compartió detalles fascinantes y poco conocidos sobre esta antigua megaestructura. Surgió la hipótesis de que un evento significativo podría haber alterado la fisonomía de la Gran Pirámide. Algunos investigadores señalan un terremoto en el año 1.301 como responsable de la pérdida de su cúspide, resultando en su altura actual de aproximadamente 45455 pies, en comparación con los originales 481 pies.
Al analizar la inclinación de los lados de la pirámide, los expertos pueden calcular su altura original, sugiriendo que hasta 30 pies se han perdido. Hoy, la parte superior de la pirámide aparece como una plataforma escalonada con dos niveles distintos. Sin embargo, la incertidumbre persiste: ¿se completó alguna vez realmente la gran pirámide?
En su época, estaba cubierta con piedras de revestimiento, algunas de las cuales aún son visibles en sus caras. La presencia de esta piedra de alta calidad la hizo un recurso deseado, llevando a la eliminación de numerosas piedras de revestimiento y la erosión de su fachada.
En su interior, la Gran Pirámide alberga cuatro conductos estrechos apuntando hacia el cielo; dos de ellos dirigen al norte y al sur desde lo que se conoce como la Cámara del Rey, una habitación sin entierros encontrados pero con un sarcófago demasiado grande para haber sido transportado por los pasillos.
Los conductos de la Cámara de la Reina, por otro lado, son más complejos y misteriosos. Su alineación con estrellas específicas durante la época de la construcción de la Gran Pirámide resulta fascinante, revelando un patrón celestial que se asemeja al suelo en Giza y su relación con el río Nilo y la Vía Láctea hace unos 12.000 años. Sin embargo, esta correlación cambia gradualmente a lo largo de 1.000 años, sugiriendo el lento movimiento terrestre.
Según Hancock, esta discrepancia plantea una contradicción entre la alineación de las pirámides en el suelo, que sugiere una fecha de hace 2.500 años, y la alineación de los conductos dentro de la Gran Pirámide, correspondiente a una fecha de hace 4.500 años. Esta inconsistencia podría indicar que los conductos fueron tallados en momentos diferentes o bien ofrecer pistas sobre una historia más compleja.
Vale la pena señalar que la Gran Pirámide se construyó alrededor de una colina natural, los primeros 30 pies consisten en un montículo natural, una característica significativa en las tradiciones antiguas de Egipto relacionadas con el montículo primordial.
La acústica de la Gran Pirámide también ha intrigado a los investigadores. Experimentos que involucran cantantes de ópera actuando en la Cámara del Rey han generado asombro, incluso en la Cámara Subterránea. Este fenómeno respalda la idea de que el sitio sagrado original se encontraba allí, manifestando formas en el suelo estratégicamente colocadas.
Así, los antiguos egipcios inmortalizaron de manera brillante un lugar de inmenso significado para ellos. No obstante, el uso ritual diario de las pirámides sigue siendo un misterio, sin evidencia concreta que respalde una teoría específica.
Se sabe que otras pirámides, como la Pirámide de Unas, tenían su entrada en la cara norte. La búsqueda de esta entrada en la Gran Pirámide llevó a la creación de lo que hoy se conoce como el Agujero de Mamun. La historia continúa describiendo que, mientras se abrían camino hacia la cara norte, se escuchó el sonido de un bloque cayendo dentro de un espacio hueco, indicando un posible pasaje o cámara.
Después de pasar por el Agujero de Mamún y girar en una esquina tallada en la roca, se comienza a ascender por un corredor que conduce a la Gran Galería, una majestuosa y asombrosa estructura del sitio. Los investigadores descubrieron la entrada original a la Gran Pirámide de esta manera. Sin embargo, a pesar de que ahora está abierta, los turistas que visitan la pirámide no la utilizan.