¿Podría haber existido una civilización avanzada en la Tierra hace más de 10.000 años, cuyos restos y legado aún sean reconocibles en la actualidad como la sede de un poder ancestral? ¿Acaso la humanidad ha olvidado su propio pasado, sumida en lo que Graham Hancock llamó magistralmente "la especie con amnesia"?
La teoría convencional de la evolución humana descarta esta posibilidad. Desde bandas de nómadas hasta la complejidad urbana global actual, se nos enseña una evolución lineal. Pero cada vez más científicos y personas en general encuentran evidencias que desafían esta visión tradicional.
Mitologías, leyendas: vestigios enterrados en la historia, esperando ser redescubiertos. ¿Qué historia esconde esta narrativa? ¿Qué relato podría persistir durante milenios y seguir siendo preciso? Si hay un mito que podría albergar secretos de la humanidad, ese es el de la mítica Atlántida.
Algunos se burlan, otros la persiguen con fervor. La Atlántida ha sido tema de debate entre académicos y buscadores de la verdad durante siglos. Un imperio, una superpotencia tecnológica y militar: ¿pudo haber existido? ¿Es posible que tal civilización haya caído en el olvido?
Las pruebas indican que, de hecho, algo así ocurrió. Distorsiones en nuestra percepción histórica por el paso del tiempo han llevado al olvido de culturas significativas. Platón mencionó en el Critias: los nombres se han preservado, pero sus hazañas se han desvanecido por las catástrofes y el tiempo. Los supervivientes, abandonados como un pueblo analfabeto, apenas conservaron las leyendas de sus ancestros.
La historia de la Atlántida es un enigma geográfico. ¿Dónde podría haber existido esta ciudad legendaria? Se han sugerido diversas ubicaciones, desde el fondo del océano Atlántico hasta la Antártida. Sin embargo, un descubrimiento inesperado emerge en la estructura Richat, conocida como el "ojo del Sahara".
Este remoto paisaje geológico en Mauritania, África, ha pasado desapercibido hasta hace poco. Cuando se compara con la descripción platónica de la Atlántida, la estructura Richat emerge como la candidata más convincente para la legendaria ciudad.
¿Qué fue realmente la Atlántida? Una civilización antigua, asiento del poder de los atlantes hace más de 10.000 años, una isla marcada por la abundancia y la sofisticación. Una sociedad militarmente poderosa, adelantada en ciencia y política. Se murmura que eran más avanzados que nosotros, que poseían conocimientos sobre antigravedad y hasta mantuvieron contacto con seres de otros mundos.
La historia tradicional descarta este relato como pura invención, producto de la imaginación de Platón. Sin embargo, ¿qué pruebas sustentan esta negación? ¿Podría Platón, un filósofo respetado, haber recibido y transmitido una historia para que las generaciones futuras la recordaran?
Platón, un antiguo filósofo griego, legó dos diálogos, el Critias y el Timeo, donde describió con detalle la Atlántida. Estas historias le fueron relatadas a través de las notas de su pariente Solón, un estadista griego que obtuvo la información en Egipto. Esta narración, transmitida por seis generaciones, finalmente llegó a los escritos de Platón.
El relato detallado de Platón en el Timeo y el Critias arroja luz sobre la Atlántida. A través de las traducciones de Solón, Platón aprendió que la Atlántida fue una sociedad marítima, su capital construida con anillos concéntricos de agua y tierra: dos de tierra y tres de agua, una ciudad monumental de más de 20 kilómetros de ancho, custodiada por montañas al norte y con un manantial en su centro.
El rey Atlas gobernaba esta ciudad legendaria, pero su esplendor fue devorado por el mar en un cataclismo que ocurrió hace 11.600 años, según los cálculos basados en las notas de Solón, datadas hace 2.600 años.
¿Podría todo esto ser mera invención? ¿La fantasía de una mente desbocada? Las respuestas a estas preguntas son cruciales, ya que toda la leyenda de la Atlántida se basa en estas memorias. Los historiadores tradicionales descartan estas afirmaciones como absurdas, contradiciendo la reputación de hombres honorables como Solón y Platón.
Puede ser que el problema no resida en la fuente, sino en la historia misma, en nuestra percepción del pasado. Los relatos de la Atlántida podrían chocar con nuestra comprensión actual, pero ¿significa eso que no puedan ser ciertos?
La premisa de que si algo no se verifica debe ser un mito se tambalea cuando miramos la historia. ¿No ha habido casos donde mitos resultaron ser historia real? La guerra de Troya, narrada en la Ilíada y la Odisea de Homero, fue considerada mito hasta que las excavaciones arqueológicas en 1822 en Turquía encontraron indicios de su existencia, desafiando la creencia de que la ciudad nunca existió.
El mito transmitido oralmente durante siglos resultó ser un capítulo real de la historia, un recordatorio de que las narrativas que parecen fantásticas pueden esconder verdades sorprendentes cuando la evidencia sale a la luz.
El Oricalco, no un lugar, sino un material mitológico de cualidades envidiables: maleable, inoxidable y resplandeciente. Durante siglos, se dudó de su existencia, hasta que un naufragio en el Mediterráneo, hallado en 2015, reveló lingotes y joyas hechos de un material que coincidía con las propiedades del Oricalco. ¡Una fábula convertida en verdad!
A menudo, la historia real se enreda en el manto del mito. Las páginas del tiempo, sueltas y desordenadas, pierden pedazos fundamentales. Monumentos, artefactos y ruinas, misterios sin explicación sólida. El olvido se cierne sobre desarrollos cruciales: el concreto romano, superior al moderno, y otras maravillas que se desvanecieron en el abismo del tiempo.
La pérdida de memoria de la humanidad es palpable. ¿Acaso existieron materiales como el vidrio flexible, o se desvanecieron en los pliegues de la historia? La inmensidad de lo olvidado, especialmente tras 12 mil años, plantea la posibilidad de que historias sin pruebas arqueológicas estén conectadas con eventos reales del pasado.
La Atlántida, si existió, se desvanece en un paisaje geológico: la estructura Richat en Mauritania. Un ojo en el Sahara, circular y concéntrico, evoca la descripción de Platón sobre la geografía de la mítica ciudad. Comparar sus características físicas con las palabras de Platón revela sorprendentes correlaciones.
La estructura, una cicatriz de presiones volcánicas, se erige como el único candidato que se ajusta a la descripción legendaria. Desde el espacio, su inmensidad se manifiesta, con anillos concéntricos que se expanden por 23,5 kilómetros. Una ciudad de magnitudes épicas, tal como Solón describió, que solo puede ser avistada en su totalidad desde las alturas.
Los misterios de la Atlántida se despliegan ante nuestros ojos a través de las antiguas descripciones de Platón. La isla circular, con un diámetro de 127 estadios, encierra un enigma en sus medidas. Un estadio antiguo, equivalente a 607 pies, hace que esta isla legendaria tenga una dimensión de 23,4 kilómetros, ¡casi una coincidencia perfecta con la estructura Richat en Mauritania!
Esta estructura, oculta en un rincón remoto, se alza rodeada por un terreno árido, pero una llanura rectangular plana se dibuja cerca de ella. ¿No es acaso similar a la llanura que rodeaba la Atlántida? Las descripciones antiguas mencionan montañas al norte, y esta región también las tiene. La coincidencia es intrigante.
Pero más allá de la topografía, hay detalles peculiares: el acceso desde el sur al agua, la presencia de agua salada en una región elevada y un manantial de agua dulce en el centro de la estructura Richat. Un detalle que parece ser sacado de los escritos antiguos de la Atlántida.
La vida exuberante en el Sahara hace miles de años ofrece pistas. Los restos de elefantes y la abundancia de animales en esa época encajan con las descripciones de Platón. Piedras de diferentes colores y la presencia de metales preciosos coinciden con los materiales mencionados en la antigua descripción.
La catástrofe que supuestamente borró la Atlántida del mapa en un día y una noche se alinea con un posible impacto de un asteroide o meteorito que ocurrió hace 11.600 años. El final del período glaciar tuvo efectos sísmicos globales, que pudieron ser la ira de los dioses descrita por Platón.
El paisaje alrededor de la estructura Richat muestra signos de inundaciones catastróficas, como si un maremoto hubiera barrido la tierra. Las estrías y sedimentos se asemejan a los efectos de un desastre natural de gran magnitud.
Göbekli Tepe, un templo enterrado a propósito hace más de 12 mil años, se alinea con un posible intento de preservación en tiempos turbulentos. Este hallazgo desafía las creencias previas sobre la capacidad de los antiguos para construir.
¿Y qué hay de la evidencia documental? Si bien el tiempo y los desastres naturales pueden borrar fácilmente la historia, una referencia a la Atlántida fuera de los escritos de Platón podría reforzar su existencia. Y sí, ¡hay tal referencia!
Heródoto, el "padre de la historia", no solo recopiló información precisa sobre civilizaciones conocidas, sino que también contribuyó a la creación de mapas detallados, ubicando a la Atlántida en la zona de lo que hoy es Mauritania. Esta ubicación es aún más intrigante porque el primer rey de la Atlántida, Atlas, comparte su nombre con el legendario primer rey de Mauritania. Es una coincidencia fascinante que podría sugerir una conexión entre estos pueblos antiguos.
Platón mencionó que los habitantes de la Atlántida sufrieron sucesivas destrucciones que borraron sus obras pero preservaron algunos nombres y tradiciones, y esto se asemeja a la historia preservada de los gobernantes de Mauritania. Parece que aunque el tiempo haya borrado gran parte de su legado, algunas similitudes y tradiciones persisten, lo que apoya la idea de que ambas culturas podrían estar relacionadas.
La descripción de Platón y otros detalles de la Atlántida encajan sorprendentemente bien con la estructura Richat: la topografía, el periodo de tiempo de su destrucción, la presencia de aguas subterráneas y otros indicios son muy consistentes. A pesar de que la estructura nunca ha sido excavada arqueológicamente, podría contener evidencia crucial sobre la existencia de la Atlántida.
Aunque no se puede afirmar con certeza absoluta que la estructura Richat sea la Atlántida, todos los indicios y las coincidencias apuntan hacia esa dirección. Quizás, a medida que descubramos más sobre nuestro pasado, la historia de la Atlántida dejará de ser solo un mito y se convertirá en una ventana hacia nuestro legado colectivo y las posibilidades para el futuro.