En el vasto mundo de los mapas antiguos, encontramos representaciones peculiares de la región del Ártico, lo que hoy conocemos como el Polo Norte. Uno de los mapas más intrigantes es el "Septentrionalium Terrarum Descriptio" de 1595, elaborado por Gerardus Mercator, un destacado cartógrafo flamenco.
Mercator es famoso por su proyección cartográfica que facilitó la navegación, permitiendo a los marineros trazar rutas rectas desde su punto de origen hasta su destino. Sin embargo, su interés por el Ártico lo llevó a crear un mapa independiente de esta región.
En el mapa de Mercator, el Polo Norte se presenta de manera inusual: cuatro masas de tierra rodean una gran roca en su centro. Estas masas están separadas por cuatro caudalosos ríos que parecen llevar las aguas de los océanos hacia un gigantesco remolino central. En el corazón de este remolino, se encuentra una imponente roca denominada "Rupesnigra et Altísima", o "Acantilado negro muy alto". Estos elementos singulares han intrigado a exploradores y geógrafos a lo largo de la historia.
Se especula que Mercator se inspiró en un misterioso libro perdido del siglo XIV llamado "Inventio Fortunata", que describe el Polo Norte como una isla magnética rodeada por un torbellino gigante y cuatro continentes. Aunque no se han encontrado extractos directos de este libro, su influencia perduró durante siglos, gracias a un resumen realizado por el viajero Jacobus Cnoyen de Herzogenbusch. Este resumen se convirtió en la base para representar la región ártica en muchos mapas, incluido el de Mercator.
En la carta de Mercator al cartógrafo John Dee en 1577, se menciona la descripción de Cnoyen sobre las regiones del Norte. Según Cnoyen, en el centro de los cuatro continentes, existe un remolino que recoge las aguas que descienden desde un embudo de filtración y una roca magnética de impresionantes dimensiones, de 33 millas francesas de circunferencia. Esta imagen se mantuvo en los mapas y contribuyó a la creencia de que el Polo Norte era una montaña magnética, lo que explicaría por qué las brújulas apuntan al norte.
El concepto de un remolino gigante no es nuevo y se remonta a la época romana, pero el "Inventio Fortunata" enriqueció esta imagen con detalles y mediciones. A pesar de las muchas teorías y debates sobre la verdadera geografía del Ártico, Mercator incluyó una representación diferente del polo magnético en su mapa de 1569, ubicándolo al norte del estrecho de Anián.
Estas ideas no se limitaron al mapa de Mercator. Otros mapas antiguos, como el globo terráqueo de Martín Behaim de 1492, Johannes Ruysch en 1508 y Abraham Ortelius en 1570, muestran una configuración similar en la región del Ártico. Incluso en un mapa chino de 1418, se observan estas islas misteriosas.
La región del Ártico, con sus cuatro masas de tierra y un posible remolino, ha sido tema de debate durante siglos. Aunque los mapas modernos muestran una capa de hielo en esa área, no podemos evitar preguntarnos si nuestra geografía ha cambiado a lo largo de la historia. ¿Podrían existir civilizaciones ocultas en estas tierras desconocidas o recursos naturales por descubrir? Los misterios persisten, y los secretos de nuestro pasado reciente aún aguardan revelación. El estudio de estos mapas antiguos nos recuerda que nuestro mundo está lleno de enigmas por descubrir, y que las pistas hacia un pasado desconocido están ahí para quien desee explorarlas.
Biografía de Gerardus Mercator
Gerardus Mercator, cuyo nombre real era Gerard de Cremer, nació el 5 de marzo de 1512 en el seno de una modesta familia en Rupelmonde, en el condado de Flandes, que en ese momento era parte del Sacro Imperio Romano Germánico. Este hombre extraordinario se convertiría en uno de los cartógrafos e inventores más influyentes de la historia.
A una edad temprana, Mercator demostró su pasión por la cartografía y la geografía, y luego de estudiar en Gante y Lovaina, se convirtió en un reconocido geógrafo y cartógrafo. A lo largo de su vida, desarrolló un interés profundo en la proyección cartográfica, lo que lo llevó a crear la famosa proyección de Mercator, una técnica que permitía representar de manera precisa la esfera terrestre en mapas planos, lo que se convirtió en un hito en la cartografía y fue ampliamente utilizado en la navegación.
Su obra más destacada, "Atlas", publicada en 1595, revolucionó la cartografía al presentar una colección de mapas con su nueva proyección que facilitaba la navegación. Además de su contribución en cartografía, Gerardus Mercator también tuvo un papel fundamental en la historia de la geografía, al popularizar el uso del término "latitud" y "longitud".
A lo largo de su vida, Gerardus Mercator experimentó con la creación de mapas detallados de varias regiones, exploró rutas de navegación y estableció un taller de cartografía en Duisburgo, donde continuó produciendo mapas hasta su muerte el 2 de diciembre de 1594.
La influencia de Gerardus Mercator en la cartografía y la geografía perdura hasta nuestros días. Su legado es innegable, y su contribución al conocimiento geográfico y la navegación continúa siendo admirada y respetada por expertos de todo el mundo. Gerardus Mercator es recordado como uno de los más grandes cartógrafos de la historia, cuyo trabajo ha dejado una huella imborrable en la exploración y la representación del mundo.
Hiperbórea
En la mitología griega, Hiperbórea era una región situada en las tierras septentrionales aún desconocidas, al norte de Tracia. Su nombre (del griego: (Υπερ βορεία) Hyper Boreia ‘más allá del norte’) deriva precisamente de que se creía que el dios-viento Bóreas habitaba en Tracia, y los hiperbóreos, sus hijos, lo harían más al norte de este reino, en el país de Hiperbórea.
Bóreas y Helios, una fábula griega (de Esopo)
Se suscitó una discusión entre Bóreas (el viento del norte) y Helios (el sol) para decidir cual era más fuerte, cuando pasó un viajero envuelto en una capa. Se pusieron de acuerdo en que aquel que primero pudiera obligar al viajero a que se quitara la capa sería considerado el más fuerte. Entonces Bóreas comenzó a soplar con mucha furia, pero cuanto más soplaba, más agarraba su capa el viajero, e incluso se puso otro manto por encima hasta que Bóreas desistió. Entonces Helios brilló con moderación, hasta que el hombre se quitó el vestido que llevaba de más, y luego aumentó más sus rayos hasta que el hombre no pudo soportarlo y se desnudó para ir a bañarse al río.
La moraleja es que, a menudo, la persuasión es mejor método que la fuerza para conseguir los objetivos.