Las pirámides, erigidas como maravillas del mundo antiguo, han seducido y cautivado a la humanidad desde su redescubrimiento en los confines de la tierra. Monumentos colosales que imponen reverencia, pero, ¿son meras creaciones humanas o requerían de una tecnología ajena a nuestro mundo? El enigma que envuelve a estas construcciones trasciende eras, civilizaciones y culturas.
La meseta de Guiza, en Egipto, se alza como un testamento inmutable en el escenario histórico mundial, una imagen grabada en el inconsciente colectivo. No obstante, tras los velos del tiempo, en los registros antiguos y en los ecos de los antiguos egipcios, se intuye una narrativa incompleta, una versión trunca que deja escapar los matices cruciales de aquellos días. ¿Podría nuestra visión contemporánea de Guiza y del antiguo Egipto estar marcada por omisiones cruciales? ¿Acaso algunas de sus características se desvanecieron en el abismo del pasado? ¿Qué otros misterios aguardan, entre las sombras, en las erosionadas piedras de Guiza?
Durante mucho tiempo, se creyó que las pirámides servían como tumbas para faraones o como escenarios de ceremonias solemnes. Sin embargo, nos equivocábamos en nuestras suposiciones. ¿Qué secretos guardan entre sus vetustos muros? Incluso en nuestra comprensión actual de la historia humana, el proceso de erigir estas monumentales estructuras sigue siendo un enigma indescifrable. Todo parece estar entrelazado con un antiguo código, oculto en los recovecos de la gran pirámide y sus conexiones con sus pares en la llanura de Guiza. Nada parece ser fruto del azar, todo parece haber sido meticulosamente diseñado.
Las teorías originales planteaban que las pirámides funcionaban como sepulcros, ¿entonces por qué no se hallaron momias en la gran pirámide? De hecho, no se encontraron restos en ninguna de ellas. Más bien, sugieren expertos, fueron mentes ingeniosas, científicas y expertas quienes las erigieron. Descartar la idea de que fueron construidas por esclavos arrastrando piedras sobre troncos parece ser el camino hacia una comprensión más precisa. En la actualidad, a los niños se les enseña que fueron erigidas por esclavos durante un lapso de entre 10 y 20 años. Sin embargo, para cumplir con ese cronograma, habría sido necesario colocar un bloque cada uno o dos minutos.
Más allá de ser logros arquitectónicos monumentales, la estructura y la posición de las pirámides las convierten en maravillas del mundo antiguo. Contrario a lo que muchos creen, la gran pirámide no es una simple estructura de cuatro lados. Expertos señalan que un análisis minucioso de su singular configuración revela pistas sobre su verdadero poder y su conexión con los movimientos terrestres.
Pocos saben que, en realidad, no se trata de una pirámide de cuatro caras. Presenta ligeras cavidades en cada lado, lo que la transforma en una estructura de ocho caras, otorgándole una geometría peculiar. En su diseño, surgen constantes universales que han sido conocidas desde hace más de un siglo, pero también se hallan números enigmáticos. Entre los detalles de la gran pirámide, existe un diminuto error: una desviación de tres centésimas de grado del norte. Esta precisión es sorprendente, dado el tamaño del monumento.
La gran pirámide, con sus casi 150 metros de altura, que abarca una extensión de cinco hectáreas y pesa más de seis millones de toneladas, está compuesta por dos millones y medio de bloques individuales de piedra. Al alinearla a menos de tres centésimas de grado del norte astronómico del planeta, se despliega un logro prodigioso que parece susurrarnos, una vez más, sus misterios.
El autor Erich von Daniken, en su obra "Carrozas de los Dioses", plantea la posibilidad de que esta monumental construcción solo fuera viable mediante el empleo de tecnologías avanzadas otorgadas a los egipcios por visitantes de otro mundo. La gran pirámide, como uno de los milagros del mundo, plantea inquietudes profundas. ¿Quién la erigió y por qué? ¿Con qué propósito? La especulación abraza la idea de que fue construida para los dioses, aquellos visitantes del espacio que impartieron conocimientos ancestrales sobre astronomía y matemáticas. La teoría sugiere que la tecnología y la ingeniería utilizadas, así como algunas herramientas, provienen de estos visitantes, mientras que la mano de obra fue humana.
Las pirámides, encontradas en todos los continentes y climas de la tierra, van más allá de la imagen común de las arenas del desierto egipcio. Estas sólidas estructuras se han hallado en la Antártida, en Serbia, entre otros lugares. Países como Honduras, Guatemala, El Salvador, Belice y México han visto descubrimientos recientes. Todas estas pirámides, alineadas en sus diversas ubicaciones, plantean la posibilidad de que antiguas culturas expertas en las energías terrestres las colocaron estratégicamente para armonizar con la energía del planeta y mitigar la destrucción causada por terremotos.
Christopher Dunn, autor del libro "La Planta de Energía de Guiza", ofrece una teoría adicional. Considera que la gran pirámide actúa como una suerte de jaula de Faraday, construida con granito, arenisca y roca caliza, una colosal planta de energía que manipulaba la energía electromagnética y la gravedad. Al emplear frecuencias armónicas y trabajar en sintonía con las energías de la tierra, estas estructuras podrían haber tenido un efecto en la resonancia humana y, por ende, en nuestra conexión con la tierra.
El doctor Semyr Smanage, reconocido por sus estudios de las pirámides, asegura haber experimentado de primera mano sus propiedades curativas. La concentración de iones negativos en la primera cámara subterránea de la gran pirámide supera en 200 veces a la del exterior, generando un ambiente notablemente saludable. Este monumento, quizás, opera sobre la conciencia humana de maneras aún desconocidas.
Las pirámides, con su significado profundo para las antiguas civilizaciones, parecen albergar una gama de propósitos desde la generación de energía hasta la apertura de portales. Cuando logremos desentrañar sus secretos, podríamos abrir la puerta a un abanico de posibilidades completamente nuevo.